Capítulo 3
Hoy desperté un poco mareada. Soñé con la primera vez que estuvimos juntos. Fuimos a cenar con unos amigos en el restaurante mexicano. Unas cuantas cervezas y ya todos empezaron a abrirse. ¨In vino veritas¨ o en este caso la verdad está en la cerveza.
Querías saber todo de mí. Me preguntaste de todo. Como un inspector. Como si estuviera en un tribunal. Pero no me importo para nada porque solamente me aseguraste que te gusto con eso.
Al principio, como no hablabas mucho, pensé que ni cuenta te dabas que estoy a tu lado. ¡Qué equivocada estuve!
Como vine en taxi alguien me tenía que regresar en la casa. Y claro, como era tan obvio que nos gustamos me dejaron contigo. Nuestra química se reparaba en todas partes, como las bacterias que se encuentran en el aire. Infectamos todos con nuestra felicidad. La química se extendía a nuestro alrededor.
No sé qué mosca nos picó, pero decidimos ir a la discoteca. La pasamos genial.
Continuamos tomando. Por poco y nos emborrachamos.
Fue entonces cuando llego mi ex. Queriendo hablar conmigo. ¿Y yo, loca por él, como le puedo decir que no? Nos fuimos afuera. Frente a la discoteca. Discutimos. Eras tan tóxico que me gritabas, que hago con otro, como me atrevo, así de borracha y no sé qué cosas más. Y tú teniendo novia. Ja, ja, ja. ¡Qué chistoso!
No quería hacer escándalos delante de todos y decidí irme contigo de todos modos. Yo no fui tan borracha, pero tú… ay, dios, te pasaste.
No sé ni adonde íbamos, discutimos tanto que mi cabeza no quería recordar todas esas tonterías.
Me dijiste de todo. Solo sabias de amor cuando estabas chingado. Cuando no estabas borracho, no eras capaz de ser sincero. Siempre fuiste débil. ¡Un hijo de puta!
Te dije que me dejaras en mi casa. Y tú… Cantando como si estábamos celebrando algo. Como si todo era intachable. Como si hubiera estado con un niño y no con un hombre. Esperaba con ansias el día en que madurarías.
Pero ese día nunca llego. Manejabas tan rápido como si la vida no te importaba. Ni la tuya, y mucho menos la mía. Tenía miedo. Te insiste hasta el cansancio que me dejaras donde sea, te repite. Iba a tomar un taxi. Mis palabras no significaron nada para ti. Subiste aún más la música y continuaste ignorándome.
Manejabas hacia las afueras de la ciudad. No había manera a caminar hasta la casa aunque hubieses frenado. Me resigné y dejé que hagas lo que te dé la puta gana.
No sé qué paso. No me acuerdo. Mi razón borró esa parte.
Vi a mi abuelo que en paz descanse. Lo vi gritándome que despierte. Que luche por mi vida.
No tenía ni idea de que me está hablando. Estaba tan agobiada. No podía respirar. Me estaba ahogando. Me dolía el pecho. Mi abuelo me estaba sacudiendo, gritándome que no me rindiera. Que abriera los ojos. ¡Hasta me empujo!
Fue en ese momento cuando abrí los ojos. No sé cómo caímos del puente. Pero estábamos en el río. Me levanté con los últimos fuerzas. Trate de despertarte. Llame tu nombre. Rompí la ventana y salí del coche.
Vine del otro lado. Trate de ayudarte. No sé de donde saque la capacidad para abrir la puerta.
No me respondías. No respirabas. Trate de reanimarte dándote boca a boca. Ojalá despertaras, aunque tendría que escucharte que lo hice a propósito para poder besarte.
Grité pidiendo ayuda lo más fuerte que pude. Vinieron algunos vecinos que escucharon el ruido que hicimos cuando rompimos el puente y caímos en el río. Me estaban preguntando cosas que no sabía contestar. Solo quería que abrieras los ojos. Que viera tu pecho moviéndose. Que estás respirando.
Unos años después llego la ambulancia. Esos quince minutos se me vieron no como años sino como décadas. La enfermera trató de curar mis lesiones. ¿Si me dolieron? El hombre que adoro está aquí, casi muerto, y ella preguntándome si me duelen algunos rasguños en el cuerpo. Me duele el corazón. Me estoy asfixiando. ¡Claro que me duele por dios! Qué bobadas.
Llegamos en la clínica.
Yo en un cuarto, tú en otro. Yo con algunos arañazos y tú en terapia intensiva. No me dejan verte.
Tu estado es muy crítico. El doctor dijo que esté preparada a lo peor. Que no tienes muchas posibilidades de sobrevivir. Que las heridas son muy graves. Se mezclan voces. Siento mareos. Ruidos. No veo nada. Y… Me desmayé.
Descargo de responsabilidad:
Las historias están sazonadas con mucho dramatismo, y los personajes son ficticios, porque el drama comienza cuando termina la lógica. ☺
amiga que buenoo
ay quiero el siguiente ya